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viernes, 12 de abril de 2013

DRAMA DE LOS ENFERMOS EN ESSALUD. HOSPITAL ALMENARA. SU BUROCRACIA TRABAJADORA MATA A LOS ENFERMOS. NO HAY CAMBIOS.

Hospital Almenara
Al empezar esta nota nos sentimos deprimidos. Cuando creamos el blog ESMISALUD, lo hicimos con doble motivo. Uno, la manera de poder desfogar nuestros pesares por la mala atención que se recibe en ESSALUD. Dos, agradecer a los buenos tratantes, muy pocos, pero que merecen el reconocimiento a sus bondades. Estamos descuidando nuestro chequeo personal, por que le hemos agarrado fobia a ese trámite inútil que significa la Carta de Referencia y que generalmente se otorga por pocos meses. Toda tu historia está en el hospital en el que te operaron y en el que está tu médico tratante. Pérdida de tiempo, panorama triste y depresión hasta que te atiendan. Todo esto en el lugar que te corresponde por domicilio. Burocracia.

¡Qué rabia!
Ya hemos cumplido cinco años de sobrevivencia después que nos extrajeran al cangrejo. Hoy, quien sufre estos maltratos es mi esposa. Va a tener un año que fuera operada de cáncer al páncreas. Todo salió bien, gracias a Dios, pero el tratamiento quimio terapeútico la obliga a volver y ya es una mujer de 80 años, como el que escribe este comentario. Hay que estar muy temprano y para conseguir que te atiendan, debes esperar todo el día. Ella concurre acompañada de mi hija. ¡Qué sacrificio! La indolencia es lo que caracteriza a estos hospitales de ESSALUD. ¡Qué Rabia! Nadie pone coto a esto y creo que se podría solucionar con una buena dosis de recomendaciones a quienes tienen que atender a los enfermos.

La espera, desespera.
Si no son los médicos, que se creen dioses, son los empleados y el personal burocrático establecido durante años y que ignora la misión de un hospital. Las colas y las esperas. A nadie se le ocurre acabar con esto. Nuevos gerentes y directores en cada cambio de gobierno. El hacinamiento es cada vez más ostensible. Esos pasadizos de espera, completamente llenos de enfermos desmoralizados que no hallan ayuda ni atención adecuadas. Las damas que atienden en los módulos, sin preparación alguna, iguales a las cajeras de cualquier súper mercado y que está allí sólo para cumplir su horario. Hay quienes dicen que ganan poco por todo lo que tienen que hacer. Sin embargo, cuando empiezan, son las más solícitas, las buena gente, las colaboradoras. Ya están seguras en el puesto y todo cambia.

Las de los módulos de atención
¿Por qué, en algo que es realmente importante atender con dedicación, esto no es posible. Paguemos o no, los enfermos tenemos derecho a un tratamiento diferente. Donde se demuestre el amor a los semejantes. Que esas cabecitas de trabajadores del hospital, entiendan que cobran para respaldar el trabajo de los médicos. Un trámite en cada módulo, es un martirio. Caras de mujeres empleadas que no tienen la más mínima expresión de bondad con el enfermo. Se acostumbraron a ver los dramas y sólo atienden a sus conocidos o recomendados. Los demás, no pintan.

¡Deprimido!
MI esposa se atiende en el Almenara. Ayer no concurrió el médico y debe obtener nueva cita. Sus ansias de vivir se van desvaneciendo, no por su enfermedad, sino por el maltrato que recibe en el hospital. ¿Es que no hay formar de evitar estos problemas ocasionados por ellos mismos? Faltó el médico y ¿que culpa tiene el enfermo? Es como empezar de nuevo. Hemos llegado a la conclusión de afirmar que el hospital es otro cáncer. Aquí es en lo que se debe invertir la mayor cantidad de soles. Que un hospital sea el soporte feliz para después de una operación que puso en peligro tu vida. Que sea tu hogar y en el que te recuperes lo más pronto posible. Ingresas al nosocomio y para lograr la cita, debes caminar entre el calor o el frío en busca del módulo de atención, muchas veces fuera del área en el que te atienden. Esas caminatas en el Sabogal, la verdad es que son largas y tediosas. Volver a las colas de manera repetida, hasta lograr tu anhelado objetivo.

Ir a un hospital, es esto.
Inversiones fabulosas para construir un mercado, mejorar las pistas, traer vehículos, construir hospitales y sin tener idea de lo que significa ello. La salud es muy importante. Ir a un hospital en el Perú, es encontrar carencia de solidaridad con el enfermo y al que se trata como si fuera un menesteroso. Falta Dios. Sales del problema crucial y para la recuperación total, debes emprender nueva caminata por los senderos casi hostiles de un hospital. Ojalá algún gobernante pueda poner fin a esta Vía Crucis. Lo demandamos en nombre de millones de enfermos de ESSALUD. Gracias.

lunes, 4 de marzo de 2013

HACE CINCO AÑOS INGRESAMOS AL QUIRÓFANO EN EL HOSPITAL SABOGAL DEL CALLAO. ¡TODAVÍA ESTAMOS AQUÍ!

José Carlos
Hace exactamente cinco años ingresamos por emergencia al Hospital Sabogal del Callao. Fue un 3 de Marzo en horas de la mañana y que me pareció un largo día por todas las pruebas a las que fuimos sometidos a fin de estar expeditos para la operación. El 19 de Enero de 2008, cumpleaños de mi hija Zoila Gabriela, se interrumpió la reunión para cumplir con una cita que me concedió mi amigo el Dr. Martín Mondragón. Todo esto casi sorpresivo.  Se descartó la próstata y se ordenó otras pruebas de colonoscopía y endoscopía. Otra de tomografía y análisis. Los resultados no los conocía. Ya había sufrido un desmayo y esto puso en alerta a mi esposa Antonieta y a mi querida familia. Me esperaba una prueba de fuego por primera vez en mi vida y de la que salimos airosos gracias a Dios. Me he convertido en "reseñador" y me entretengo escribiendo. Gran terapia secreta para la recuperación.

Zoila Gabriela
Hubo otra cita en el Sabogal y fue el Dr. Martín Mondragón quien, en presencia de mi cuñado Manuel, me hizo saber la gravedad de mi salud. Me habló de que poseíamos un tumor maligno y había que extirpar parte del colon y ¡ya! Me citó para el día siguiente, muy temprano, por emergencia. Para nada se mencionó al cáncer. La verdad es que me hizo sentir seguro y acepté sin temor alguno. Aquel 3 de Marzo fue realmente agotador haciendo colas de espera en cada lugar de pruebas y hasta que alguien nos dijo que estábamos expeditos para la operación. Recuerdo que Mondragón me presentó al cirujano Dr. Martín Ccolca y este no mostraba confianza al verme tan bajo de peso y con aguda anemia. En esta foto está Zoila Gabriela, mi hija, que tuvo el acierto de obsequiarme su computadora e ingresarnos al mundo del Internet. Fue una gran idea, que reconoceré siempre. Muchas gracias Zoilita.

Muy agradecido
Así llegaron las sombras de la noche y me ubicaron en una de las salas de aquel pabellón. Recuerdo al amigo "Pepito", un veterano señor que se reponía de su operación y ya tenía varias semanas de estadía. Hubo el correspondiente lavado gástrico y una simpática enfermera que me animó con los enemas y me felicitó por no mostrar negatividad. Yo no sabía que tenía cáncer. Nuestro carácter comunicador nos puso en contacto con los demás pacientes y tenía la constante compañía de mi amada Antonieta y de todos mis tres hijos. Durante la noche me hicieron transfusiones de sangre y así llegó el siguiente día 4 de Marzo. Buen clima. Gran mañana soleada y rostros de la familia con honda preocupación. Hoy, gracias a ellos sonrío como en la foto y agradezco las generosas oraciones de mis amigos, familiares y en especial a quienes nos donaron sangre.

Juán Carlos
Visitas de los médicos y pasó el chequeo matutino con la notificación que ese mismo día a las 11 de la mañana nos llevarían a la sala de operaciones. Estábamos sorprendidos. Todo muy rápido. Esas horas con mi Antonieta querida y Juanita, mi Angel de la Guarda, se fugaron en sólo minutos. Exactamente a la hora indicada me trasladaron en silla de ruedas y al partir a ese nuevo destino, no podía disimular la tristeza que me invadía al ver el rostro de toda mi querida familia. Nos despedimos con un beso con el amor de mi vida y tratando de no aflojar el espíritu. Fue un  recorrido que me pareció largo e interminable. Iba a ser sometido a una operación quirúrgica por primera vez en mi vida. Hubo antecedentes con mi padre y mi hermano mayor, ya fallecidos. Mi mente se mostraba positiva y sólo esperaba que todo resultara perfecto. ¡Qué bien se portó Juán Carlos "Pachín", mi querido hijo, como todos también. Además en Noviembre de aquel 2008 me regalaría con su esposa a mis nietos Alejandra y Joaquín, los mellizos que han transformado mi vida. Gracias Mechita Castro, una nuera maravillosa.

ANTONIETA Y YO.
Se abrieron las puertas de la sala de cirugía y nos esperaba el equipo de enfermeras asistentes que se encargarían del proceso preparativo. Todas chicas acostumbradas a la rutina y que me levantaron el ánimo con palabras de aliento. Segundos antes me había encomendado a todos los Santos y a mis familiares en el más allá. Sentía que tenía la protección de Dios y le pedí salvara mi vida. Oí que entre las chicas comentaban mi palidez y me preguntaron el por qué me hallaba así. Les contesté medio en broma: ¿Y el miedo? Rieron y por primera vez me dejaron como vine al mundo, pero grande y viejo. Disimulé mi vergüenza y ellas murmuraban entre sí, cosas de mi imaginación. Ahora puedo posar para la foto como me ven al lado de mi novia eterna Antonieta "Gaby Rossi", delicada de salud y por la que pido muchas oraciones de mis amigos y familia.

Dra. Pimentel
De pronto se escuchó dentro del quirófano la voz del médico cirujano Dr. Colcca reclamando mi tomografía. Les dije que la tenía mi esposa en la sala de espera. Escuché por los parlantes que se acercara con dicha prueba. Ya me habían aplicado el éter y sólo recuerdo que desperté al día siguiente y con las caras angustiadas de los míos. El médico Omar Rodríguez me asistía y revisó la herida. Me recomendó caminar. Llegó la faja y al siguiente día lo hacía por los pasillos. Venían las visitas y se sorprendían de mi restablecimiento. Fueron nueve días interminables. Hoy agradezco a Dios y a todos quienes oraron por mi y en especial a mi esposa Antonieta que estuvo siempre a mi lado demostrándome su cariño y amor. Ella está muy delicada y espero salga con bien de su operación. Han transcurrido cinco años que se fueron volando y debido a las atenciones de, mi ahora amiga, la Dra. Patricia Pimentel Álvarez del Hospital Sabogal del Callao a la que reitero mi agradecimiento. Lo que nos sucedió parece un sueño. Felizmente hemos despertado y podemos decir: ¡Viva la Vida!  Gracias.