¡Mi Ángel de la Guarda! |
Mañana es víspera de Navidad y llegan a mi memoria personajes y hechos que marcaron mi vida para siempre. El 4 de Marzo de 2008, fuí sometido a mi operación de cancer al Colon en el Hospital Sabogal del Callao. Ya lo he manifestado muchas veces en estos escritos y agradecido a la Dra. Patricia Pimentel Álvarez, la dama profesional que es ahora mi amiga y trata de la misma manera a todos sus pacientes. Lo mismo ha sido con el Dr. Martín Ccolca, el cirujano que me operó y el Dr. Martín Mondragón, a quien debo haber sido internado de emergencia. Al concluir este año, cumpliremos tres años de sobrevivencia.
Quiero destacar a otro profesional que, en aquel tiempo cumplía su internado y todavía muy joven, mostraba el talento necesario para esta dificil carrera. Me refiero al ya Doctor Omar Rodríguez, a quien frecuentemente saludaba a su celular hasta que alguien se lo robó y no pude más comunicarme con él. Omar, fue uno de los muchos estudiantes de medicina que vi hacer sus prácticas y que, con ecuanimidad, tomaba muy en serio las mismas, demostrando una muy buena vocación a favor de los enfermos. En mi caso, ganó toda mi confianza para reponernos del trauma de una operación tan delicada.
Durante los 9 días que duró estar internado en el Hospital Sabogal, llegaba cada mañana a las 8 a cumplir con la rutina médica. Un saludo y una sonrisa de "hijo" nos alimentaba el espíritu. Preguntas y respuestas que anotaba en su carpeta y una pequeña charla indicándonos con optimismo que íbamos por buen camino. Las curaciones de rigor en la zona operada y algo así como un árbitro que cumple su tarea sin dejarse notar. Sin embargo, ante un paciente locuaz como el que escribe estos recuerdos, se sometía a nuestros intereses y nos regalaba un tiempo suplementario que siempre le agradecí.
El Dr. Omar Rodríguez, tenía la paciencia de calmar el nerviosismo de mi querida esposa Antonieta, pegada a mi lecho y constante en mi recuperación. A ella y mis hijos Juana, Zoila y Carlos debo igualmente el sacrificio de sus constantes atenciones. Siempre estuve acompañado y lamento no decir lo mismo de muchos enfermos con los que compartíamos la habitación. Es lo que agradezco más a Dios, porque es de vital importancia. Lo mismo digo de mis familiares y amigos que, a diario, me hicieron compañía en esta experiencia de la vida y no me hicieron pensar que estaba en soledad.
Al recuperar el conocimiento, luego de la dormida por culpa del éter o anestesia, me encontré con Omar que me tranquilizó y me indicó los primeros consejos. Indagué de qué manera podría ser dado de alta lo más pronto posible y me respondió que caminando. ¿Y la herida doctor? Nos indicó una faja eléstica y que me paseara por los pasillos. "Tienes buena cicatrización y esa costura está muy bien hecha". ¡Fuéra miedos y me dí a caminar! Parecía un milagro. Con todos los cuidados de mi esposa y Juanita, fui conociendo los interiores del Sabogal. Las primeras visitas no creían lo que estaban viendo.
Hoy, ya cerca los tres primeros años de mi recuperación, evoco al Dr. Omar Rodríguez con mucho cariño. Lo pude saludar los primeros meses de mi tratamiento y siempre tenía una expresión de aliento hacia mí. Lo saludaba a su celular hasta que este no respondió. Supe que había optado por la especialidad de Ginecólogo y tengo la certeza de que es ya un buen médico.Vaya para Omar, a quien vi como a un hijo a mi lado, mi saludo navideño y que Jesús lo ilumine en su carrera. El Niño querrá que lea este blog y de seguro buscará como conectarse a nosotros. ¡FELIZ NAVIDAD DR. OMAR RODRÍGUEZ! Gracias.
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